En los primeros minutos de partido se vio a una Selección atada en lo defensivo, donde Suiza imponía mucha presión con sus hombres de ataque para dificultar la salida limpia de los jugadores argentinos. Con una línea de cuatro bien plantada en el fondo y dos cincos defensivos, como Rodrigo Braña y Javier Mascherano, el equipo de Alejandro Sabella intentaba apoderarse del balón y dárselo a los que más saben: Lionel Messi y Sergio Agüero.
La presión suiza fue perdiendo voracidad y la Selección encontró las formas de lastimar.La sociedad entre “La Pulga” y “El Kun” fue encontrando el camino, y tanto Maximiliano Rodríguez como José Sosa comenzaron a preocupar con sus constantes movimientos. Fue a los 17 cuando Argentina tuvo su primera chance clara, con una jugada entre Messi y Sosa donde el ex jugador de Estudiantes definió de forma imperfecta cuando había quedado de cara al gol.
Dos minutos después, Messi enarboló una jugada de ataque, tomó la pelota y la jugó para Agüero, que en la medialuna del área paró el balón, aguantó la marca y asistió a “La Pulga” de taco, para que domine el esférico y definiera a la perfección entrando al área. Golazo. No solamente por la estocada final, sino por la concepción.Así Argentina tomaba distancia y aplacaba un poco las ganas suizas, que sin muchas ideas pensaba siempre en el arco rival.
En los últimos quince de la primera parte, Suiza volvió a apretar y Argentina optó por replegarse y jugar de contra. Así, los locales tuvieron sendas oportunidades, primero con el prolijo lateral izquierdo Rodríguez, después con un remate de Xhaka. Ambos se fueron desviados, pero dejaban en claro la paridad del partido. ¿La diferencia? La perla de Messi cuando el partido pedía un cambio de aire.
El segundo tiempo fue un bostezo permanente. Argentina dependió más que nunca de Messi y Agüero y cayó en ese vicio constante. No tuvo ideas de juego, no hubo evolución futbolística y el equipo fue opaco en todas sus líneas, porque no existió el funcionamiento colectivo. Suiza aprovechó el primer bajón visible y a los cuatro del segundo tiempo igualó a través de Shaqiri tras un desacople defensivo.
Argentina no tuvo génesis de juego, padeció de volumen y falló en el destino de los pases y en los movimientos previos. Se basó en darle la pelota al rival para reagruparse y salir de contra…sí, contra Suiza, un equipo clase B de Europa. Si bien fue una prueba pensando en lo que serán las Eliminatorias, lo que mostró la Selección fue una involución, como últimamente viene ocurriendo en el fútbol argentino.
Pero la Selección tiene al mejor del mundo, que en los últimos cinco minutos de partido se vistió de superhéroe y regó la cancha de magia, fútbol y brillantez. Sí, Lionel Messi, al igual que lo hace en el Barcelona, fue el amo y señor del triunfo argentino.
Primero aprovechó un robo de Agüero para edificar una definición preciosa ante la salida del arquero, y luego decoró el resultado de penal, tras una falta a Higuaín. Era un empate clavado, con un rendimiento argentino que fastidiaba. Pero apareció “La Pulga”, el mejor del mundo, el de siempre, el del Barcelona. Fue 3-1, por la magia del rosarino, las pinceladas del “Kun” y los errores del rival. En el bosque, aún la fruta está inmadura.
Formaciones:
Suiza: Diego Benaglio; Stephan Lichtsteiner, Philippe Senderos, Francois Affolter, Ricardo Rodríguez; Gokham Inler, Blerim Dzemaili; Xherdan Shaqiri, Granit Xhaka, Fabian Frei; Admir Mehmedi. DT: Ottmar Hitzfeld.
Argentina: Sergio Romero; Hugo Campagnaro, Federico Fernández, Ezequiel Garay, Pablo Zabaleta; Maximiliano Rodríguez, Javier Mascherano, Rodrigo Braña, José Sosa; Lionel Messi y Sergio Agüero. DT: Alejandro Sabella
Estadio: Stade de Suisse Wankdorf
Árbitro: Florian Meyer (Alemania)
0 comentarios:
Publicar un comentario