5/3/1940 Brasil no era Brasil a esa altura de la historia. En aquel marzo de 1940, no dominaba en el continente (apenas había obtenido dos Sudamericanos en 15 ediciones) y no asombraba en el mundo, aunque había dado el primer indicio de lo que iba a ser con su tercer puesto en el Mundial de Francia 38. Eran días en los que el Río de la Plata resultaba el espacio de mejor fútbol (entre Argentina y Uruguay sumaban doce títulos regionales y el mundo ya los había visto jugar la final de los Juegos Olímpicos de 1928). El equipo verdeamerelo estaba en tiempos de formación. Le quedaba lejos en el pasado la impronta de Arthur Friedenreich, aquel delantero que -dicen- fue Pelé antes que Pelé.
En enero de 1939, Argentina ya había dado un golpe enorme: en el estadio Sao Januario, la Selección se impuso 5-1, en la máxima victoria como visitante en la historia de este duelo. Esa vez los protagonistas fueron: Gualco; Montañez, Coleta; Arcádio Lopez, Rodolfi, Arico Suarez; Peucelle, Sastre, Masantonio, Moreno y Enrique García. Los goles del impresionante éxito fueron de Masantonio (2), Moreno (2) y García. Descontó para Brasil Leónidas Da Silva, el diamante negro que en aquel verano no pudo brillar, aunque pocos meses antes había sido goleador en el Mundial. Ya hacia fines de febrero de 1940, llegó otro triunfo para el aplauso y otra señal de la superioridad argentina en aquellos días: otra goleada (esta vez, 3-0) como visitante, en el Parque Antarctica. Los gritos tuvieron tres dueños: Baldonedo, Fidel y Sastre.
El triunfo “tenístico” llegó nueve días después, pero en Buenos Aires. El escenario era el de las grandes citas de ese tiempo: la cancha de Sportivo Barracas, en Iriarte y Luzuriaga. Gran marco, mucha expectativa y la Copa Roca en juego. El duelo tuvo tres grandes protagonistas y goleadores: Carlos Peucelle (3 tantos), Herminio Masantonio (2) y Emilio Baldonedo. También jugaron para el equipo que conducía Guillermo Stábile: Gualco, Salomón, Valussi, Araguez, Perucca, Arico Suárez, Sastre y Enrique García.
Peucelle fue un crack en sus dos facetas conocidas: la de wing derecho y la de entrenador. Le decían Barullo por su modo indescifrable de gambetear. Jugó para River entre 1931 y 1941 (307 partidos y 113 goles). Había surgido en Sportivo Buenos Aires y luego pasó al club más campeón del profesionalismo. Ganó cuatro títulos en diez temporadas. Su paso por la Selección también fue un éxito: disputó 25 encuentros, ganó dos Sudamericanos y convirtió tres goles en el Mundial de 1930 (dos en la semifinal y uno en la final). Luego le dio lugar a su otra pasión: ser entrenador. Cuentan que la esencia de La Máquina fue una inspiración de él. Los que lo conocieron mencionaban y mencionan su notable capacidad para sacar lo mejor de cada futbolista y para ubicarlo en el lugar exacto. Su modo de ver el fútbol también quedó retratado en libros, como "Fútbol todotiempo e historia de La Máquina" (Editorial Axioma, 1975).
Masantonio es el tercer máximo goleador de la historia del fútbol argentino: convirtió 256 tantos en 358 partidos y se ubica detrás de Arsenio Erico y de Angel Labruna. Le decían El Mortero en Ensenada, donde nació el 5 de agosto de 1910. Herminio -conocido por su guapeza para disputar cada pelota- es además el sexto goleador en la Selección (también tiene el mejor promedio de gol, con 21 tantos en 19 partidos). Y fue el máximo anotador de la Copa América en 1935 y en 1942.
"Mamita, Mamita, ganaré dinero/seré un Baldonedo, un Martino, un Boyé/dicen los muchachos del Oeste Argentino/que tengo más tiro que el gran Bernabé...", dice el tango El Sueño del Pibe (de Reinaldo Yiso y Juan Puey) que alguna vez cantó Diego Maradona. Baldonedo fue uno de los grandes mediocampistas de las décadas del 30 y del 40. Actuó en Huracán (257 partidos; 165 goles) y en Newell's (cinco partidos). Y en la Selección tuvo una especialidad: cinco de los seis partidos que jugó en la Selección fueron contra Brasil. Y le convirtió siete goles, todos en 1940. Está claro, eran otros tiempos...
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