Brasil tiene muchas obras pendientes, tanto en
estadios de fútbol como en aeropuertos o redes de telefonía, cuando hoy
falta un mes exacto para que ruede el balón en el partido inaugural del
Mundial de 2014.
Tres estadios, los de Sao
Paulo, Curitiba y Cuiabá, todavía están inacabados y cerca de la mitad
de las doce sedes necesitan hacer grandes inversiones de última hora en
obras de urbanización e infraestructura.
Uno de los recintos que más preocupa a la FIFA es el Beira-Río de Porto Alegre, donde están inacabadas las obras de urbanización en torno del estadio y las del estacionamiento.
El pasado domingo, cuando se realizó un partido de prueba con el modelo de operación de la FIFA, los aficionados entraron al estadio al lado de grandes montañas de escombros, protegidas por vallas, en el lugar donde todavía se construirá el estacionamiento.
El estadio más atrasado, el Arena da Baixada de Curitiba, celebrará su primer partido oficial de prueba el próximo miércoles, entre el Atlético Paranaense y el Corinthians, aunque sin la capacidad completa, pues aún faltan de instalar algo más de 10.000 asientos.
En esta ciudad no se pudo completar a tiempo la obra del edificio que iba a albergar la sala de prensa, al lado del estadio, por lo que los periodistas tendrán que trabajar en una tienda de lona provisional.
Del mismo modo, cuando lleguen a Brasil, los aficionados se encontrarán con obras varios aeropuertos, entre ellos el de Río de Janeiro y muy probablemente el de Cuiabá, que ostenta el poco honroso título de ser el peor de Brasil.
En Fortaleza se está instalando un terminal de pasajeros temporal, con una tienda de lona de 1.200 metros cuadrados, dada la imposibilidad de concluir a tiempo las obras de ampliación.
El aeropuerto internacional de Guarulhos de Sao Paulo, el más importante del país, inauguró el pasado domingo un nuevo terminal, en el que se registraron varios problemas, como la falta de bancos para sentarse y algunos atrasos en la entrega de equipajes.
La operación de los aeropuertos, lo que incluye el embarque y la gestión de los equipajes, es el mayor atolladero de los aeropuertos brasileños, según reconoció recientemente el ministro de Deportes, Aldo Rebelo.
Durante una audiencia en la Cámara de los Diputados celebrada la semana pasada, el presidente de la estatal Empresa Brasileña de Infraestructura Aeroportuaria (Infraero), Gustavo do Vale, garantizó que la actual capacidad de los aeropuertos supera la demanda esperada durante el Mundial.
La Infraero ejemplificó que, durante la Semana Santa, 3,5 millones de personas pasaron por los aeropuertos brasileños y hubo pocos atrasos, en su mayoría ocasionados por el cierre temporal del aeropuerto Santos Dumont de Río de Janeiro debido al mal tiempo.
El público total de los 64 partidos del Mundial rondará los 3 millones de personas y, según cálculos oficiales, se espera que viajen al país unos 600.000 extranjeros.
Otra de las principales preocupaciones de la FIFA y del Gobierno es la instalación de las redes de telefonía y de datos, atrasada en seis estadios, según admitió el ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo Silva.
Muchos de los aficionados que acudieron ayer al Beira-Río de Porto Alegre no pudieron publicar sus fotografías en las redes sociales porque la conexión de internet sufrió inestabilidad durante el partido de prueba, según informó el Comité Organizador Local.
A pesar de la retahíla de problemas, que han llevado al secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, a decir que la organización del torneo fue "un infierno", el Gobierno insiste en que este será el "Mundial de los Mundiales".
La prensa no es tan optimista y no comparte la visión oficial. El diario O Globo, en una columna de opinión firmada por Miriam Leitão, afirmó ayer que Brasil perdió la oportunidad de usar el Mundial como escaparate y ahora sólo le queda "administrar el daño a la imagen" que juzga que ya ha sufrido el país.
En las doce subsedes actualmente se están irguiendo las instalaciones temporales necesarias para recibir a la prensa, los invitados oficiales y los miles de voluntarios.
El comienzo inminente del Mundial es palpable en la playa carioca de Copacabana, donde una enorme sala de prensa ya se eleva sobre la avenida Atlántica, a la espera de la llegada de los reporteros de televisión que hablarán de fútbol con el cerro Pan de Azúcar de telón de fondo.
Uno de los recintos que más preocupa a la FIFA es el Beira-Río de Porto Alegre, donde están inacabadas las obras de urbanización en torno del estadio y las del estacionamiento.
El pasado domingo, cuando se realizó un partido de prueba con el modelo de operación de la FIFA, los aficionados entraron al estadio al lado de grandes montañas de escombros, protegidas por vallas, en el lugar donde todavía se construirá el estacionamiento.
El estadio más atrasado, el Arena da Baixada de Curitiba, celebrará su primer partido oficial de prueba el próximo miércoles, entre el Atlético Paranaense y el Corinthians, aunque sin la capacidad completa, pues aún faltan de instalar algo más de 10.000 asientos.
En esta ciudad no se pudo completar a tiempo la obra del edificio que iba a albergar la sala de prensa, al lado del estadio, por lo que los periodistas tendrán que trabajar en una tienda de lona provisional.
Del mismo modo, cuando lleguen a Brasil, los aficionados se encontrarán con obras varios aeropuertos, entre ellos el de Río de Janeiro y muy probablemente el de Cuiabá, que ostenta el poco honroso título de ser el peor de Brasil.
En Fortaleza se está instalando un terminal de pasajeros temporal, con una tienda de lona de 1.200 metros cuadrados, dada la imposibilidad de concluir a tiempo las obras de ampliación.
El aeropuerto internacional de Guarulhos de Sao Paulo, el más importante del país, inauguró el pasado domingo un nuevo terminal, en el que se registraron varios problemas, como la falta de bancos para sentarse y algunos atrasos en la entrega de equipajes.
La operación de los aeropuertos, lo que incluye el embarque y la gestión de los equipajes, es el mayor atolladero de los aeropuertos brasileños, según reconoció recientemente el ministro de Deportes, Aldo Rebelo.
Durante una audiencia en la Cámara de los Diputados celebrada la semana pasada, el presidente de la estatal Empresa Brasileña de Infraestructura Aeroportuaria (Infraero), Gustavo do Vale, garantizó que la actual capacidad de los aeropuertos supera la demanda esperada durante el Mundial.
La Infraero ejemplificó que, durante la Semana Santa, 3,5 millones de personas pasaron por los aeropuertos brasileños y hubo pocos atrasos, en su mayoría ocasionados por el cierre temporal del aeropuerto Santos Dumont de Río de Janeiro debido al mal tiempo.
El público total de los 64 partidos del Mundial rondará los 3 millones de personas y, según cálculos oficiales, se espera que viajen al país unos 600.000 extranjeros.
Otra de las principales preocupaciones de la FIFA y del Gobierno es la instalación de las redes de telefonía y de datos, atrasada en seis estadios, según admitió el ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo Silva.
Muchos de los aficionados que acudieron ayer al Beira-Río de Porto Alegre no pudieron publicar sus fotografías en las redes sociales porque la conexión de internet sufrió inestabilidad durante el partido de prueba, según informó el Comité Organizador Local.
A pesar de la retahíla de problemas, que han llevado al secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, a decir que la organización del torneo fue "un infierno", el Gobierno insiste en que este será el "Mundial de los Mundiales".
La prensa no es tan optimista y no comparte la visión oficial. El diario O Globo, en una columna de opinión firmada por Miriam Leitão, afirmó ayer que Brasil perdió la oportunidad de usar el Mundial como escaparate y ahora sólo le queda "administrar el daño a la imagen" que juzga que ya ha sufrido el país.
En las doce subsedes actualmente se están irguiendo las instalaciones temporales necesarias para recibir a la prensa, los invitados oficiales y los miles de voluntarios.
El comienzo inminente del Mundial es palpable en la playa carioca de Copacabana, donde una enorme sala de prensa ya se eleva sobre la avenida Atlántica, a la espera de la llegada de los reporteros de televisión que hablarán de fútbol con el cerro Pan de Azúcar de telón de fondo.
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