El punto que se trajo Belgrano de Santa Fe, por cómo terminó el equipo con dos jugadores menos, hay que valorizarlo como muy positivo. Las expulsiones de Silvera y Quiroga desdibujaron un partido que empezó parejo. El Pirata aguantó como pudo y se aferró a un punto que terminó siendo muy bueno.
El primer tiempo fue muy flojo. Ninguno de los dos equipos propuso algo bueno. El árbitro Mariano González ayudó a semejante bodrio. No fue equitativo y ante similares faltas, favoreció más al local que al Pirata. Las jugadas fueron muy friccionadas y los arqueros fueron casi dos espectadores más. Como ejemplo estuvo que el único tiro al arco fue a los 34 minutos, con un disparo desde muy lejos del “Picante” Pereyra.
La jugada más destacada de la primera parte fue la expulsión de Andrés Silvera a los 37. El árbitro observó un puntapié a un rival en un tiro a favor del Pirata. Increíble lo del “Cuqui”. Que un futbolista de su experiencia reciba dos tarjetas amarillas por jugadas intrascendentes (la primera fue una falta de atrás en el medio).
A partir de la inferioridad numérica, Belgrano se tuvo que reacomodar. Del 3-4-1-2 inicial pasó a un 4-4-1 para aguantar a Unión que no proponía nada. Así se fueron al descanso.
En el complemento, la “B” dependió de Vázquez y de Pereyra para generar peligro. Los pelotazos se hicieron presentes en el equipo cordobés y sólo espera alguna individualidad de los dos atacantes celestes.
En el minuto 14 se produjeron dos jugadas muy claras. Primero fue una contra entre “el Mudo” y “el Picante”, que el “10” definió con un cabezazo débil que contuvo Bologna. En la jugada siguiente, Fausto Montero quedó mano a mano con Olave y el “1” resolvió magistralmente. Luego, vino otro minuto fatal: a los 26, en una jugada que no definía nada, Quiroga le pegó de atrás a Vera y el lateral vio la tarjeta roja. Al igual que Silvera, el defensor del Pirata fue bien expulsado.
A partir de ahí, Belgrano tuvo que aguantar como pudo con dos jugadores menos. Lo de Unión seguía siendo muy flojo y no sabía cómo entrarle a la defensa celeste. Hasta el final fue sufrir y esperar que el impresentable González decrete el final del partido.
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