Camarada Jim. El libro que da pie a la leyenda. |
El principio de este curioso relato si inicia a partir de la
publicación de un libro. Un libro raro, enigmático, de una personalidad
reconocida en Europa que había transcurrido buena parte de sus días como
cuentista infantil, novelista y estudioso de la cultura rusa. “Camarada Jim, el espía que jugó en el Spartak”,
develaba un secreto bien guardado por su escritor y a partir de ese
instante daba pie a toda una serie de versiones que se trazaron
alrededor de este personaje.
Recién transcurrida la década del ’60, el maestro inglés James Riordan fomentaba diariamente su fanatismo por el sistema comunista de la Unión Soviética que incluso lo había llevado a graduarse en Estudios sobre Rusia en la Universidad de Birmingham. Luego de cumplir con el obligatorio servicio militar en el Reino Unido, logra conseguir un cupo en la URSS para continuar con sus investigaciones en la materia, que lo llevaría años más tarde a publicar los primeros trabajos teóricos sobre el deporte en el otro lado de la Cortina de Acero. Ya instalado en Moscú, comenzó a tener contacto cada vez más asiduo con los llamados “Espías de Cambridge”, un pequeño grupo de intelectuales que había sabido enviar información desde Gran Bretaña hacia la URSS sufriendo posteriormente el destierro.
Como buen inglés, James intercambiaba sus funciones de investigación con las pasiones futboleras, disputando algún “picadito” de vez en cuando en tierras soviéticas a los 43 años. En estos eventuales encuentros supo intercambiar alguna que otra pared con una de las mayores estrellas del fútbol ruso de todos los tiempos: Gennady Logofet, lateral izquierdo del Spartak de Moscú, ganador de 6 campeonatos con este equipo, integrante de la selección rusa en la Euro ’68 y el Mundial ’70, y posteriormente entrenador del Spartak y la selección soviética. Fue por recomendación de este jugador que el entrenador del equipo, Nikita Simonyan, citó a Riordan ante la ausencia de alguno de sus mejores defensores.
La oportunidad perfecta se presentó rápidamente. Spartak debía enfrentar en el próximo partido al Pakhtahor de Tashkent (hoy Uzbekistán) en el Estadio Lenin de Moscú, pero la nómina de defensores no estaba completa: el zaguero central había tenido problemas con la bebida unas horas antes y cubrir el puesto se hacía de vital importancia. “¿Estás libre hoy?, agarra tus botas y ven”, habría sido el dialogo de Simonyan con Riordan según este último. Para no levantar sospechas y ante la negativa de la Federación Rusa de habilitar a jugadores extranjeros -menos aún a ingleses- el futbolista secreto adquiriría el pseudónimo de Yakov Iordanov.
El encuentro acabaría con un empate a dos, cumpliendo el nuevo defensor del Spartak con el compromiso en forma efectiva, ya que, tal como lo cuenta James Riordan en su libro, los goles del contrario llegarían por errores de los laterales. A partir del debut, el rendimiento del espía devenido en futbolista iría menguando con el paso de las fechas. Le seguiría un flojo rendimiento en un encuentro empatado 1 a 1 ante el Kairat Almaty, y como consecuencia el regreso a un banco de suplentes que lo tendría por un par de partidos más y sin la nueva posibilidad de demostrar sus cualidades. Tan fugazmente como comenzó, la carrera de James Riordan como futbolista en la Unión Soviética se eclipsó. Apenas 180 minutos para quien, según su propio relato, se convertiría en el primer y único inglés en jugar en el fútbol ruso.
Las páginas de ese país no recordarían ni una sola línea sobre Yakov Iordanov jugando en el Spartak de la década de 1960. Apenas el comentario de alguno de sus viejos compañeros que reconocieron a Riordan como ese efímero defensor central, gesto que sólo sirvió para enorgullecer aún más a James. ¿Ficción o realidad, leyenda o verdad? Eso quizás nunca lo sabremos.
Recién transcurrida la década del ’60, el maestro inglés James Riordan fomentaba diariamente su fanatismo por el sistema comunista de la Unión Soviética que incluso lo había llevado a graduarse en Estudios sobre Rusia en la Universidad de Birmingham. Luego de cumplir con el obligatorio servicio militar en el Reino Unido, logra conseguir un cupo en la URSS para continuar con sus investigaciones en la materia, que lo llevaría años más tarde a publicar los primeros trabajos teóricos sobre el deporte en el otro lado de la Cortina de Acero. Ya instalado en Moscú, comenzó a tener contacto cada vez más asiduo con los llamados “Espías de Cambridge”, un pequeño grupo de intelectuales que había sabido enviar información desde Gran Bretaña hacia la URSS sufriendo posteriormente el destierro.
FC Spartak Moscú: "el equipo del pueblo" en Rusia |
Como buen inglés, James intercambiaba sus funciones de investigación con las pasiones futboleras, disputando algún “picadito” de vez en cuando en tierras soviéticas a los 43 años. En estos eventuales encuentros supo intercambiar alguna que otra pared con una de las mayores estrellas del fútbol ruso de todos los tiempos: Gennady Logofet, lateral izquierdo del Spartak de Moscú, ganador de 6 campeonatos con este equipo, integrante de la selección rusa en la Euro ’68 y el Mundial ’70, y posteriormente entrenador del Spartak y la selección soviética. Fue por recomendación de este jugador que el entrenador del equipo, Nikita Simonyan, citó a Riordan ante la ausencia de alguno de sus mejores defensores.
James Riordan. ¿Mito o verdad? |
La oportunidad perfecta se presentó rápidamente. Spartak debía enfrentar en el próximo partido al Pakhtahor de Tashkent (hoy Uzbekistán) en el Estadio Lenin de Moscú, pero la nómina de defensores no estaba completa: el zaguero central había tenido problemas con la bebida unas horas antes y cubrir el puesto se hacía de vital importancia. “¿Estás libre hoy?, agarra tus botas y ven”, habría sido el dialogo de Simonyan con Riordan según este último. Para no levantar sospechas y ante la negativa de la Federación Rusa de habilitar a jugadores extranjeros -menos aún a ingleses- el futbolista secreto adquiriría el pseudónimo de Yakov Iordanov.
El encuentro acabaría con un empate a dos, cumpliendo el nuevo defensor del Spartak con el compromiso en forma efectiva, ya que, tal como lo cuenta James Riordan en su libro, los goles del contrario llegarían por errores de los laterales. A partir del debut, el rendimiento del espía devenido en futbolista iría menguando con el paso de las fechas. Le seguiría un flojo rendimiento en un encuentro empatado 1 a 1 ante el Kairat Almaty, y como consecuencia el regreso a un banco de suplentes que lo tendría por un par de partidos más y sin la nueva posibilidad de demostrar sus cualidades. Tan fugazmente como comenzó, la carrera de James Riordan como futbolista en la Unión Soviética se eclipsó. Apenas 180 minutos para quien, según su propio relato, se convertiría en el primer y único inglés en jugar en el fútbol ruso.
Las páginas de ese país no recordarían ni una sola línea sobre Yakov Iordanov jugando en el Spartak de la década de 1960. Apenas el comentario de alguno de sus viejos compañeros que reconocieron a Riordan como ese efímero defensor central, gesto que sólo sirvió para enorgullecer aún más a James. ¿Ficción o realidad, leyenda o verdad? Eso quizás nunca lo sabremos.
Autor: Agustin Etchepare
@agusetchepare
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