El mundo Boca ya no lo absorbe. Con otra paz y con un ambiente distinto, Javier García, da sus primeros pasos en Tigre, aunque con cierta vergüenza por su llegada a un nuevo grupo. “Me hace muy bien venir acá. Es un club distinto, pero tengo las mismas responsabilidades”, asegura. Sin embargo, en su primera práctica, se transforma en una más. Con la 12 en la espalda, juega a la mancha para entrar en calor como un niño, se divierte y luego junto con sus compañeros de puesto, soportan una lluvia de remates en un ejercicio de definición que propone Rodolfo Arruabarrena. “Me recibieron muy bien y estoy contento de estar acá. Le agradezco al Vasco por la confianza”, reconoce. El uno ya se destaca del resto. Hacen fútbol y además de dos tapadas espectaculares, con pocos minutos en el Matador, se escucha su voz de mando que ordena el fondo.
El sol baja y el frío se adueña del complejo Conigliaro de Pilar. El equipo comienza a subirse al micro para marcharse. Pero el arquero se queda para las fotos, los agradecimientos y el apoyo de algunos hinchas que lo hacen sentir tranquilo, confiado y con el clima ideal para demostrar lo que sabe. “Es un club necesitado de puntos, me gusta el desafío y quiero jugar”, aclara, sin temores.
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