El fútbol a veces funciona como un gran agujero negro: ciertas historias desaparecen y se imponen otras que hacen olvidar a las primeras. Gran parte de la búsqueda de este humilde espacio se trata de eso, de tirarle una soga a ciertos relatos para que no se hundan en el barro de la historia. Esta es una de ellas.
Mucho se ha hablado del Mundial de Argentina de 1978. Todos conocemos el contexto político y social del país durante esa época, el 6 a 0 a Perú, la final contra Holanda y las atajadas de Filliol. Pero poco se sabe de un hombre que estaba destinado a ser el capitán y referente de esa selección que luego se consagraría campeona del mundo.
Jorge Carrascosa, más conocido como “el Lobo”, se disponía a coronar una carrera de éxitos con la participación en la Copa del Mundo del ‘78. No era una pieza más de ese equipo. Integrante de la selección de 1974 que no había hecho un buen Mundial, el Lobo era el lateral izquierdo titular y capitán indiscutido del nuevo equipo de César Luis Menotti con una treintena de partidos en la albiceleste. Líder innato y referente dentro y fuera de la cancha, cargaba en sus espaldas con dos títulos nacionales a nivel de clubes: el Torneo Nacional del `71 con Rosario Central y el Metropolitano del ’73 con un brillante Huracán.
A falta de unos pocos meses para el inicio del certamen mundial, la sorpresa explotó en los diarios, la radio y la televisión: Carrascosa renunciaba a la Selección Nacional aduciendo circunstancias personalísimas. Los motivos reales de la decisión fueron blanco de todo tipo de especulaciones. La más conocida indicaba problemas con el gobierno de facto y el entrenador Menotti por cuestiones políticas. Hasta se llegó a mencionar diferencias económicas en cuanto a las primas que entregaría la Copa del Mundo a los jugadores. Nada de esto parece haber ocurrido.
Huracán: el club de sus amores.
El Lobo era reconocido como un hombre con unos valores inquebrantables y un profundo amor por una profesión cada vez más vapuleada por el avance de la mercantilización del fútbol. Quizás nunca haya podido asimilar del todo el hecho de que se mezclen tan íntimamente el deporte con el dinero, un proceso cada vez más intenso a partir de la profesionalización en 1930. “Yo entiendo al deporte como una competencia digna y leal, más allá de cualquier resultado o interés personal. Si mi equipo para salir campeón tiene que recurrir a la incentivación, al soborno o la aplicación de estimulantes, yo me sentiría muy mal. Pienso que los triunfos así logrados carecen de sentido, no tienen ningún sentido porque desvirtúan la esencia de lo que debe ser el deporte” (1), declaró Carrascosa en una de las pocas notas dadas a la prensa.
Un duro golpe a sus valores y un choque de frente contra la realidad significó el Mundial ’74. En el último partido de la primera ronda Argentina necesitaba vencer a Haití y que Polonia haga lo propio con Italia. Desde la concentración albiceleste se juntó cierto dinero para incentivar a los polacos. ¿El resultado? Victoria de Argentina y Polonia y clasificación de ambos. “Fue algo que me cayó muy mal. Yo debo rendir al máximo sin que me des a cambio nada, lo único que hace es desvirtuar la esencia del deporte. No me presté para eso como no lo haría nunca. Uno debe distinguir las cosas que están bien y las que están mal” (2).
El último partido: derrota con River y retiro.
A partir de ese momento El Lobo comenzó a presentir que el fútbol que él soñaba no era posible. Más aún con la proximidad del Mundial en nuestro país todo se potenció. “No estaba de acuerdo con que el Mundial sea jugado como algo de vida o muerte, para mí era un hecho natural, aunque no así para los demás. Un partido de fútbol es simplemente eso, nada más. En un partido no está ni el amigo, ni un hermano, ni la patria, ni la vida, no hay que confundir, hay cosas mucho más importantes” (2).
Además también tuvo grandes diferencias con la organización. "Entonces se fueron dando una suma de cosas que me fueron llevando a tomar una decisión. Y hubo otras que la apresuraron. No me hacía ninguna gracia concentrarme seis meses. Además, la presión del periodismo, la necesidad de obtener un resultado hacen que un jugador pueda sentirse mal. Porque se pierde un partido y surgen un montón de críticas. Hasta se piden cambios sin pensar como se destruye a otro ser humano” (3).
Anécdota de Maradona con el Lobo Carrascosa en la Selección.
Todo esto lo hizo tomar la decisión de no sólo renunciar al Mundial ’78 sino también retirarse definitivamente del fútbol un año más tarde luego de 12 años de carrera y más de 400 partidos oficiales. “Por un montón de cosas que observé durante mi carrera en el fútbol, me fui sintiendo mal y eso es lo que me llevó a tomar las decisiones que tomé, como por ejemplo la de no participar en el Mundial. No es que hubo un hecho determinante. Hay cosas que ya sabía y otras que se fueron sumando, que no estuve de acuerdo nunca, en el país, en el fútbol y que no me hacían sentir bien” (2).
“Mas derecho que la General Paz”, según lo calificó alguna vez Diego Armando Maradona, Jorge “el Lobo” Carrascosa prefirió quebrarse antes que doblarse.
Autor: Agustin Etchepare
@agusetchepare
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