Si algo nos ha demostrado el fútbol es su falta de absolutismo, de estatismo, de inmovilidad e inmutabilidad con el paso del tiempo. Nada ha resultado verdadero más allá de una cierta cantidad de años. Todo fue variando con cada partido, con cada minuto de juego transcurrido. Hasta con cada centro tirado al área. Ningún paradigma supo imponerse ni perpetuarse. Los clubes han cambiado su historia, fluctuado sus resultados, se han modificado sus destinos, apresurado su final, y también ha sido precoz el avance de otros. Lo aceptado hoy, refutado mañana. El campeón de hoy es un último en potencia. Tarde o temprano el juego dará su veredicto desfavorable. Un palo puede cambiar el destino, un error defensivo, hasta un fallo arbitral puede poner todo patas para arriba en un segundo. A la conclusión que llegamos siempre es la misma: así es el fútbol…
Pero no seamos tan fatalistas. No arrojemos todas las culpas sobre un deporte (el fútbol después de todo es sólo eso) que lo único que hace es exacerbar hasta limites insospechados el componente de azar que todos los juegos poseen. Fijemos el ojo en otras circunstancias, más mortales, que estén a nuestro alcance. Lo más cercano es lo más sencillo de modificar, y de ver también (preguntémosle al arquero sino, que siempre se encuentra a no menos de cien metros del gol propio pero que en cambio convive permanentemente con el gol ajeno. Mucho más cercano, mucho más a su alcance).
Boyé, Negri, Heleno, Yesso y Pin: delantera de 1948 desmantelada en el '49
En fin. Lo que quería decir -en resumen- era que entendemos mucho mejor el fútbol si nos apartamos al menos por noventa minutos de ese componente azaroso que no podríamos sino intentar reducir apenas un poquito. De eso se trata ¿o no? De reducir la suerte a una minima expresión. Propongo, en cambio -y tal como lo marcan las líneas de este pequeño espacio- un recorrido por otros caminos más al alcance de lo humano y sus contactos con la materia: con la pelota.
Pensaba a propósito del título de esta nota: ¿Qué mejor ejemplo para la teoría del cambio constante en el fútbol que este Boca? Que este presente del club Boca Juniors y cotejarlo con un pasado que parece remotísimo, hasta el punto de esfumársele de la memoria a muchas personas. Es lógico, nadie puede recordarlo todo. ¿Qué mejor demostración -pensaba- que una historia que parece que nunca hubiera ocurrido, que parece no ser real?
En el año 1949 Boca estuvo a un partido, a noventa minutos de descender por primera vez en su historia a segunda. Sí, tal como lo escucha. Así sucedió. Ese fue le peor Boca de la historia y quitémosle toda intriga al título de la nota. Pero ¿qué hizo que uno de los clubes más grandes de la Argentina (ya poseía 6 títulos amateur y 6 profesionales) cayera hasta lo más bajo que un equipo podía caer? Más que una única razón habría que identificar a varias de ellas, un conglomerado de causas que se manifestaron en ese año y que estuvieron a punto de lograr su objetivo.
Los cuatro años anteriores al ’49 no habían sido del todo satisfactorios para la institución de La Boca. Si bien había alcanzado una racha de segundos puestos en 1945, ’46 y ’47 (uno superado por San Lorenzo y dos por River), su último título databa del ’44 y en 1948 alcanzó a confeccionar la hasta ese entonces peor campaña en el profesionalismo: octavo puesto con 30 partidos jugados, 10 ganados, 10 empatados y 10 perdidos para un total de apenas 30 puntos (1). El lustro no podía finalizar sin títulos xeneizes y para eso eran necesarios cambios drásticos.
Franz Platko: el DT húngaro encargado de salvar a Boca
Ese mismo año es elegido nuevo presidente de Boca Daniel Gil en reemplazo de Alfredo López quien solo alcanzó a reinar por un año. La modificación del rumbo debía hacer del club el nuevo campeón, algo nada fácil en un fútbol tan competitivo. El golpe de timón vino acompañado de la contratación de caras nuevas para la consecución del objetivo. Llegó Renato Cesarini (campeón con River en 1941 y 1942) a la dirección técnica para reemplazar a Julio Benavídez, y junto con él varias caras nuevas sobre todo provenientes de ligas del interior del país y de clubes de menor relieve para buscar la renovación del plantel. Así se incorporaron Emilio Espinoza, Isaac Scliar, el marplatense Herminio González, los tucumanos Fermín Zelaya, Marcelo Urueña, Martín Domínguez, Rafael Sánchez y Martín Contreras y los mendocinos Héctor Flamant y Pedro Grima, más Salvador Grecco, Joaquín Martínez, Francisco Campana y Nicolás Busico, que lo hicieron en mitad de campeonato. El D.T. gloria de River sería reemplazado a mitad de campaña debido a los malos resultados y su lugar lo ocuparía el húngaro Franz Platko, ex arquero profesional y anteriormente director técnico de River en 1940, Porto de Portugal, del Arsenal ingles y del Fútbol Club Barcelona: una solución extranjera para los problemas locales de Boca.
Plantel xeneize 1949: quedó en la historia como la peor de las campañas
Las cosas parecían ir de mal en peor. A esto se le sumaba la pérdida de uno de sus mejores jugadores: Mario “el Atómico” Boyé (el sexto máximo goleador de la historia de Boca) que se marcha al Genoa italiano con solo cuatro partidos disputados en ese campeonato. Así el equipo cerraba la primera rueda con un panorama más que preocupante: 3 triunfos, 3 empates, 11 derrotas y un último puesto en soledad que anticipaba el sufrimiento del final.
Boca 1 - Racing 2: partido suspendido por incidentes. Racing era campeón después de 24 años
A pesar de ganar el Superclásico a River en la fecha 30 (2-0 goles de Benítez y Busico), una fatídica racha negativa en las últimas jornadas colocará al conjunto de Platko en una situación límite: último lugar al llegar a la fecha final producto de 4 derrotas en forma consecutiva (Newell’s 0-4, Racing 1-2, Gimnasia LP 1-2 y Chacarita 0-1). 25 puntos marcaban la ya entonces peor campaña de la historia. Y la vida de Boca podía ser aún peor. Si no le ganaba a Lanús (anteúltimo con 26 unidades) de local en la Bombonera decretaría su primer descenso.
Boca 1 - Gimnasia 2: una de las derrotas que parecían sentencir a Boca
El partido decisivo los enfrentaría un 8 de diciembre de 1949 con el arbitraje del juez Hartless. Los once del xeneizes fueron: Vacca, Marante, Bendazzi, Sosa, Grecco, Pescia, Espinoza, Martínez, Ferraro, Campana y Busico, junto al húngaro Platko en el banco. A los 19 minutos Boca ya ganaba 2-0 con tantos de Martínez y Campana, y ya soplaba un aire más fresco en la ribera del Riachuelo. Decididos a liquidar la cuestión los locales arremetieron contra el arco granate en el inicio de la segunda parte marcando el tercero a los 57 minutos. El descuento rápido de Lanús sirvió de poco debido a que dos tantos en menos de tres minutos (Ferraro ’82 y Campana ‘85) establecieron cifras definitivas: Boca se llevaba la autentica final por 5 a 1 y postergaba el sufrimiento propio y la esperanza de los rivales de verlo descendido, al menos por un año más. La última plaza finalmente la ocuparía el propio Lanús luego de un desempate con Huracán en 4 partidos polémicos. Pero esa es otra historia.
Boca abre el marcador: Martínez y el gol que iniciaría la goleada
El peor Boca de la historia del profesionalismo marcaría unos números tan claros como angustiantes: 34 partidos jugados, 10 triunfos, 7 empates y 17 derrotas, con 52 goles a favor y 58 en contra.
Autor: Agustin Etchepare
@agusetchepare
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