En su tercer partido oficial del año Instituto se despidió del torneo y lo hizo de la peor manera. Hay formas y formas de retirarse de la lucha, pero la que eligió anoche no lo enaltece.
Tras un muy buen primer tiempo, se derritió en el segundo hasta transformarse en una sombra que se arrastró en el campo y terminó envuelto en silbidos, reproches e insultos de un público que se retiró con el alma estrujada.
Instituto cayó 2-3 ante Almirante Brown, un militante como él de las profundidades de la tabla. Esa condición los igualaba, al igual que la necesidad.
Fueron parecidos en muchas cosas en la agobiante noche de Alta Córdoba, sólo que Almirante exprimió sus músculos en un gran segundo tiempo y en la última jugada se abrazó a una victoria con tintes de épica.
Es que el fútbol está lleno de paradojas. Tal vez por eso sea tan apasionante, tan único. Cuando Instituto perdió a su goleador en una acción tan tonta como desafortunada, a los 11 minutos de juego, encontró el camino al gol, su karma en este derrotero.
Sin Javier Velázquez en cancha, sin el hombre que hasta anoche había anotado la mitad de sus pobres 16 conquistas, se acomodó mejor apenas con un movimiento de hombres (muy bien Pablo Burzio en el centro del ataque, jugando y haciendo jugar) y logró desplegar una buena versión que pareció encaminarlo a una victoria sin sobresaltos.
Sin su natural goleador, apareció el verdugo menos pensado: Raúl Damiani, su capitán y uno de los sobrevivientes de la gran campaña de la temporada anterior.
Primero, para ejecutar con serenidad un penal a los 20 minutos y siete minutos después para pescar una pelota suelta en el área chica. Su socio, también impensado, fue Martín Zbrun.
Al marcador central le hicieron el penal (y expulsión de Santiago Echeverría por doble amonestación) y él mismo cabeceó en la jugada previa al segundo gol.
Sin rosas
Pero el tránsito por este torneo no es un sendero de rosas para el equipo de Alta Córdoba. En media docena de minutos, los primeros seis de un segundo tiempo olvidable para el local, el bravo Almirante Brown se lo igualó.
A los 30 segundos, en cuatro toques, Pablo Caballero (un gladiador) quedó cara a cara con Julio Chiarini y definió como los dioses. No despertó Instituto y le fue fatal.
Una gran jugada de Jonathan Zacaría, que aprovechó su habilidad y la pasividad de la marca rival, selló el empate que resultó definitivo.
Los dos sopapos de Brown derrumbaron y obnubilaron a Instituto. Aun con un hombre menos, el equipo de Giunta se plantó y jugó. El equipo de Kudelka, en cambio, archivó aquellos buenos pasajes del primer período y apostó a la cabeza de Zbrun. Y de tanto estrellarse, sufrió una contra fatal que lo dejó sumergido en un mar de confusión.
Fuente:
http://mundod.lavoz.com.ar
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