Santiago Silva quiere borrar con goles su traumética salida de Boca. Ni lo nombra a Bianchi y en cambio se acuerda de... ¡Sergio Saturno! Y, con sutileza, deja picando una frase para la interna de algún vestuario.
Se imagina la cantidad de imágenes que se le deben haber cruzado por la cabeza? Tanta angustia, tanta bronca contenida. Tantas preguntas sin responder. Cuánto habrá esperado ese momento, ¿no? Ese en el que el fútbol le diera revancha. El del Día D: de domingo, de debut. De descarga.
Santiago Silva es la cara del triunfo. Del de Lanús, claro. Son muchos los que lo esperan en la puerta del vestuario de La Fortaleza. Y todos quieren su palabra. “Hoy no, muchachos, hablo después del jueves”, dice, auténtico, aunque no rompe su palabra y frena ante los grabadores de Olé para el mano a mano que había pactado unos días atrás, cuando aún quedaban vestigios de dolor en las pupilas, cuando la sangre todavía hervía. “No reniego de nada”, avisa, como dejando atrás el mal momento que pasó en Boca cuando fue separado del plantel. Pero se guarda una bala: “Lo que viví estando en la Reserva, sin ser más ni menos que nadie, lo pude devolver con el partido del otro día”.
-¿Fue el debut soñado?
-Sí, me imaginaba haciendo un buen partido, pero no dos goles. Igual no me quedo con esto: ahora hay que seguir de racha.
-Implantaste rápido los festejos, y de paso te lo cargaste a Acosta.
-Nos divertimos mucho con el Laucha, ya desde Boca nos llevábamos bien. Lástima que no toma mate.
-¿No te hizo ninguna joda con el plantel cuando llegaste? Metés respeto...
-No, yo siempre intento joder. Lo que pasa es que tengo cara de traste, pero en realidad soy tímido. Después, cuando me conocen, se dan cuenta de que trato de divertirme constantemente.
-¿En Boca te divertiste?
-Por momentos sí. En el semestre que peleamos el campeonato, ganamos la Copa Argentina y llegamos a la final de la Libertadores nos divertíamos. Después, bueno, se fue apagando por no estar, por no jugar. Obviamente el último tiempo no, porque me tocó estar entrenándome separado. Pero no me preocupa más nada: ahora estoy bien, contento, feliz de estar acá. Soy muy agradecido al técnico de la Reserva de Boca (Sergio Saturno), que me dejó entrenarme.
-En Lanús tenés plantel para divertirte, sobran la buenas vibras. Hasta Guille se sorprendió por cómo te acoplaste.
-Lo que pasa es que en el fútbol de hoy se sabe todo. Desde cómo jugó en tal o cual lugar y si puede aportarle o no al equipo hasta cómo es ese jugador como persona. Y la realidad es que si yo fuera técnico aparte de lo futbolístico me fijaría en la parte humana, porque si viene un jugador que es un sorete te va a cagar el equipo. Te repito: hoy se sabe todo.
-A ver... Silva se fue de Boca, dos goles; Luna se fue de River, dos goles. ¿Te llama la atención?
-Es que el fútbol cambió. Por el tema de los resultados no se mantiene un proyecto. Ya no existe el trabajo a largo plazo, como por ejemplo tiene Vélez con Gareca. O acá, sin ir más lejos, donde se han peleado los últimos torneos y no se crucifica a nadie por no haber logrado el título. Hoy los resultados mandan y eso hace que, a veces, algunos jugadores se vayan por la puerta de atrás.
-Decís que el fútbol cambió. ¿A qué lo atribuís?
-Es un combo de todo: jugadores, dirigentes, hinchas y periodistas. Hay intereses creados. Y eso termina influyendo.
-¿Te molestaba la exposición mediática de Boca?
-No, eso no me molestó. Me adapté, no te digo rápidamente, pero me adapté. Estuve un año y medio en Boca, eh, si no me hubieran rajado a los seis meses. Uno está más expuesto por cuestiones obvias, sí, antes de jugar ya tenés que ganar. Pero yo me adapté: llegué a la final de la Copa haciendo goles importantes, jugando dos clásicos y marcando en ambos. A mí la presión no me molesta, me gusta.
-¿Te trataron mal ahí?
-No sé si me trataron mal, yo qué sé. A mí estas cosas me hacen más fuerte. Entrenar en la Reserva, en la 4ª ó en la 5ª no me va a cambiar, no va a mutar lo que soy. A otros puede ser que los opaque...
-¿Te llamaron ex compañeros para bancarte?
-Sí, sí, un montón. De Vélez, de Gimnasia, masajistas y hasta kinesiólogos. Muchísimos me llamaron. Son relaciones que no corto, están en las buenas y en las malas.
-¿Y el Melli?
-Sí, también me llamó y me dijo que me quería acá.
¿Jugaste contra él?
-Cuando estuvo en Gimnasia, la última vez.
-¿Cambió como DT?
-Yo noto que es simple, como tiene que ser el fútbol. Dándole confianza al que juega y también al que no. Aparte se complementa muy bien con Gustavo, me sorprendieron.
-¿Te los confundís?
-Sí, me pasó, je. Y se cagan de risa porque les debe haber pasado mil veces. Lo bueno es que se lo toman así, con gracia.
-Tenés un tatuaje bastante grande en el brazo, ¿tiene significado?
-Es Maorí, de los guerreros. Me lo hice porque leí unos libros sobre ellos y me impactaron el baile y los gestos que hacen para intimidar a los rivales.
-¿Te sentís un guerrero?
-Sí, totalmente. Deportivamente hablando, claro.
-Ahí tenés, podés hacer el haka de festejo.
-Esperemos hacer los goles y después festejamos.
Fuente: Ole
Editado por Pelu Gomez
@futbolfanof
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